La hora muerta: Capítulo II
Jonathan que estaba a unos
pasos delante, se acercó a mí, me tomó de los hombros y dijo:
— Son casi las tres de la
mañana. Es hoy, amigo. Desde que me mudé aquí sueño con ella y no me deja en
paz. Es horrible, pero sé que puedo vencerla. Ayúdame. Yo te protegeré.
Suspiré y seguimos en marcha.
Caminamos con cuidado de no tropezarnos con alguna roca al subir a la huaca. La
única luz que teníamos era la linterna de Jonathan, que no alumbraba mal
felizmente. Luego de varios minutos, solo habíamos visto una que otra
rata.
—No hay nada Jonathan.
Volvamos de una vez. Nos van a castigar — le dije, intentando hacerlo entrar en
razón.
Jonathan se detuvo de pronto y
apuntó la linterna hacia abajo.
— Mira esto doble T. ¿No escuchaste sobre el
niño de la vuelta que se perdió?
— Sí, hace como unas semanas.
Venía por el parque y tenía un juguete raro. Un mono robot.
— ¡Mira aquí!…
Escuchamos los aullidos de un
perro de pronto. Fue rápido. Un llanto de tan solo segundos. Jonathan perdió la
calma y temblaba mientras apuntaba la linterna por todos lados, hasta que nos
pareció ver una sombra moverse a unos metros. Empecé a sudar frio, ta
n solo
quería correr a mi casa y abrazar a mi mamá. Lloré, pero sin hacer ruido, se me
puso la piel de gallina y los pelos de punta.
— Volvamos. Tienes razón —dijo Jonathan, que se
mostraba también asustado.
Caminamos por algunos minutos,
pero no regresábamos al parque. Sin querer, nos habíamos alejado demasiado y
estábamos perdidos. Escuchamos un silbido, dulce, como de una canción de cuna.
Pero en vez de expresar calma, nos aterraba más. A unos metros, una luz se
hacía cada vez más grande. Nos acercamos pensando que podría ser alguien
buscándonos. Al llegar, vimos fuego, y al lado, una señora sentada, dándonos la
espalda. Ella era la que silbaba. Su cabellera era gris y el olor era
espantoso. No hubo tiempo de reaccionar mucho. La anciana volteo y tenía la
boca llena de sangre, un cuchillo en la mano, y en sus rodillas, el cadáver de
un perro.
Jonathan y yo nos quedamos
helados, sin poder movernos.
—Ella es la bruja —dijo
Jonathan, temblando la voz.
La anciana tenía la cabellera
gris alborotada. Llevaba un vestido negro que le quedaba suelto y sus brazos
descubiertos. Se puso de pie y empezó a llamarnos con la mano.
— No te muevas doble T, va a
ser peor. Solo con una piedra en la cabeza y clavándole tu vara en el corazón,
podremos detenerla.
Retrocedí y sin darme cuenta,
pisé alguna especie de juguete que empezó a sonar una canción circense. En ese
instante, la bruja abrió más los ojos, mostrándonos una mirada agresiva y
soltando una perversa carcajada, corrió hacia nosotros, con su cuchillo
alzado.
Jonathan y yo corrimos a toda
marcha, desesperados y gritando por ayuda. Nos separamos. Corría y corría, y
cada vez que volteaba, tenía a la bruja yendo por mí. Tropecé y caí rodando.
Golpee mi cabeza con una piedra, sangraba y veía borroso. La bruja se acercaba
y reía con malicia. Retrocedí arrastrándome. La tenía encima de mí. Tomó mis
cabellos, sentí su aliento podrido y lamio mis mejillas. No tenía fuerzas para
gritar. Elena vociferó una lengua extraña, levantó el puñal y…una roca impactó
contra su cabeza. La bruja cayó y rodó por la huaca, descendiendo con fuerza.
Alcé la mirada, nuevamente vi borroso. Y lo último que recuerdo de ese momento,
fue ver la silueta de Jonathan unas rocas arriba de mí.
Desperté en mi cama con una
gaza en la cabeza. Mi mamá y mi abuela, velaban mi sueño.
—¿Y Jonathan? ¿Y la bruja? —pregunté
alterado.
Mi mamá y mi abuela se
miraron. Y sin decir nada, me abrazaron.
Elena “La bruja”:
La “Loca Elena” era el apodo
que mayormente recibía. Una anciana de aspecto tenebroso, vivía a unas casas de
la mía. Se contaban muchas historias alrededor de ella. La más común era que
raptaba niños y que se los comía, otras, un poco más nobles, era que regalaba
juguetes a los niños necesitados, ya que perdió a su hijo y por eso enloqueció.
Otros cuentan que mató a su hijo y lo ofreció al Diablo. Pero el punto en que
todas las leyendas coinciden, es que por la noche iba a la huaca y que bajaba
al amanecer. No tenía familia. Su hijo murió de alguna forma y su esposo, se
suicidó aparentemente. No había causado problemas hasta esa noche. La noche en
la que Jonathan y yo la encontramos extrañamente con un perro muerto. Se ha
intentado explicar ese hecho de alguna forma, ya que no se encontró el cadáver
de ningún animal en la huaca ese día, o al menos, es lo que me dijeron. Lo que
sí pasó esa noche, fue que Elena intentó atacarme y que Jonathan me defendió. Y
producto de eso…nunca más volví a ver a mi amigo. En ese momento no entendí los
problemas legales que pudieron darse. Jonathan mató a Elena esa noche y a los
días, se mudaron. Mi mamá me prohibió salir de casa por un buen tiempo. Quizá,
por miedo de que yo también me pueda meter en problemas. Jonathan nunca dijo
que yo estuve con él esa noche.
Julio 2018:
Aunque no fue tan fácil,
encontré en Facebook a Jonathan hace poco. Le intenté hablar de diversas
maneras, pero siempre me dejaba en visto. El último mensaje que le dejé, fue
dándole mi número de celular y diciéndole que, si algún día se le antojaba juntarse
a tomar un café o unas cervezas, quedaba encantado. Y es así que vuelvo al
principio de este relato. Hace unos días a las tres de la mañana, recibí una
llamada, era él.
— Hola doble T. Ella ha
vuelto…no escuches su silbido. En la oscuridad, me observa afuera de mi cuarto.
Y quizá, también te esté buscando a ti…
Jonathan colgó, dejándome a
mis veintiocho años, con los nervios de punta. Intenté llamarle de vuelta, pero
no contestó. Y ahora, con la luz
prendida, no dejo de mirar al pasillo de mi sala, que todavía en oscuridad, da
esa extraña sensación de que alguien podría estar entre las sombras. Cierro los
ojos y vuelvo a recordarla. Miro mi reloj. Son las tres con treinta y tres. Es
la primera vez, que la supuesta “Hora muerta” tiene un significado para mí.
Nuevamente, la melodía de ese extraño silbido retumba en mi cabeza. Quizá no
baste con escribir de ti, Elena, sino de encontrar y entender tu verdadera
historia. Debo contactar a Jonathan y salir a buscar a la bruja, una vez más.
No había leído historias de terror, esta me gustó mucho, espero la tercera parte (si la tiene).
ResponderEliminarMuchas gracias Andres. La historia concluye momentáneamente allí. Sin embargo, hoy he publicado una nueva. Te invito a leerla y a comentarla. Muchas gracias. Un fuerte abrazo.
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