El precio del primer beso: Capítulo II
El túnel nos llevó a una especie
de guarida secreta. Había toda clase de armas, desde espadas hasta pistolas de
pólvora. Pero a lo lejos, en un altar, una daga brillaba por su grandeza.
—Esa es el arma que buscamos,
Daniel. Tómala de una vez.

—Esa arma se hizo para matar a
Céfira. Desde hace miles de años ha existido un grupo de clérigos dedicados a
cazar brujas y demonios. Se hacían llamar los Agnus Dei (Significa “enviados”
en latín). Aturimor Solemon intentó asesinar a Céfira hace muchos años, siendo
desafortunadamente derrotado, heredándole su secreto a su fiel discípulo, el
abuelo de Mariela. Es claro lo que tu amada ha querido darte con esta llave, el
arma para que desafíes a la bruja. Si bien es cierto ella prefirió partir antes
de que te enfrentaras a la hechicera, dejó en tu poder un acertijo. No contó
con que yo lo descifraría. “La llave que
te he obsequiado abrirá la hoja de la venganza en las tinieblas de los
enviados” te escribió en su carta. Afortunadamente soy un ratón de
biblioteca y revisando los libros viejos de Edernur, encontré toda la
información sobre los Agnus Dei. Ella no
quiere que pases el reto, Daniel, sino que venzas a Céfira.
Tomé la daga y la guardé en mi
cinturón. Y sin decir palabra alguna, empecé a partir.
— ¿Qué se supone que haces? ¡¿A
dónde crees que vas?! —exclamó Kevin, siguiéndome el paso.
—Lo siento, Kevin. Pero no dejaré
que me sigas. Te agradezco de corazón por todo lo que has hecho, pero debo
continuar solo desde aquí. En cuatro horas cumpliré veinte años y no pienso continuar
bajo la maldita voluntad de la bruja del pueblo. Iré a desafiarla de una buena
vez.

—Por amor estoy dispuesto a desafiarte,
hechicera de Edernur. Mis labios besarán hasta el último suspiro que comparta
con mi amada. Muéstrate, Céfira. He venido a retarte.
Apenas terminé de pronunciar
palabra, el lago púrpura comenzó a hervir. Las burbujas que reventaban
denotaban el estado de ebullición en el que se encontraba. Una figura amorfa
empezó a salir de las profundidades, acercándose a mí. Mientras salía, iba
tomando cada vez más forma humana. Finalmente se posicionó frente a mí,
aterrándome con su macabra figura. Su cabellera era larga y gris. Su piel
arrugada como una pasa de color blanca. Sus uñas eran afiladas y sus ojos
rojos, tenían los iris negros. Llevaba un vestido de novia quemado que
destilaba un olor nauseabundo. Me contuve las ganas de vomitar y permanecí
estable frente a la horrenda bruja. Me costaba mucho sostenerle la mirada.
Podía sentir su maligna intención de convertirme en un putrefacto estofado de
gato.
—Daniel…te he estado esperando.
Tus ojos azules se verán hermosos en un gato negro.
La voz de la hechicera era
tenebrosa, aguda y chirriante. Mi cuerpo se estremecía en cada palabra que
emitía y mi piel se ponía de gallina.
—He venido a pasar el desafío
para poder besar a la mujer que amo —precisé con firmeza.
La bruja empezó a caminar a mi
alrededor, barriéndome con la mirada.
—Muy bien, joven enamorado. Antes
de que cumplas los veinte podrás celebrar con tu chica o serás mi mascota. Eso
dependerá de tu destreza.
Cogí la daga. Enfrentaría a
Céfira, pero al sentirme intimidado por su mirada desistí. Esperaré el momento
preciso para darle muerte a la maldita hechicera de Edernur. Apenas baje la
guardia, la apuñalaré sin piedad.
—Te advierto que todas las
pruebas son distintas. Dependen de la persona que viene ante mí. Si algún
hombre vencedor te ha contado algo acerca de lo que vivió conmigo, no te
servirá de nada.
—Eso ya lo sé. No me importa.
—Eres valiente, Daniel. Eso me
gusta. Entonces, ¡empecemos de una vez! —expresó Céfira, mientras lamía su dedo
índice derecho.
Nuevamente las aguas púrpuras
hirvieron, y de ellas, dos figuras amorfas salieron de las profundidades,
acercándose a nosotros. Cuando ambas lucieron claras frente a mis ojos,
adoptando la figura de dos jóvenes, casi caigo de la impresión al reconocerlos.
—Tu mejor amigo, Kevin, siempre
ha estado enamorado de Mariela. ¿Por qué crees que te ha estado ayudando a
llegar hasta mí? Quiere que te conviertas en gato para así poder quedarse con
tu chica. Él es muy hábil y sin duda pasaría todos mis desafíos. Él sabe que
tú, un debilucho, un joven sin promesa alguna, jamás lograría vencerme. Por
otro lado, vez aquel muchacho de cejas pobladas, nariz respingada y ojos
verdes. Creo que lo reconoces muy bien. Su nombre es Philip y hace cuatro años
se sometió al desafío por Mariela. Sé que tu chica te habló de él. El infeliz
terminó siendo un pobre felino. Es por eso que tu amada huyó para que no te
sometieras a mis pruebas. Temía perderte como a Philip. Nunca lo pudo olvidar.
Aún lo ama en silencio y esa idea te atormenta, ¿no es así Daniel?
Empecé a temblar. Apreté mis
puños con fuerza. No sabía qué diablos hacer. Lo que dijo Céfira de Philip y
Kevin tenía que ser una trampa para confundirme. ¡No podía estar diciendo la
verdad!
—Debes derrotarlos, Daniel. Ellos
intentarán asesinarte y solo uno de los tres podrá salir airoso de este
desafío.
Philip y Kevin comenzaron a
mirarme con odio y ambos sacaron de su cinturón una filosa espada y se acercaron
a mí a paso acelerado.
— ¡Me niego rotundamente, Céfira!
No pienso lastimarlos —puntualicé, mientras con temor, esperaba a mis rivales.
— Lo siento, Daniel, pero no
tienes opción.

—Acabas de pasar la primera
prueba, Daniel. Debo confesarte que pensé que fracasarías, pero me has
sorprendido muchacho.
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